Somos hechos a imagen y semejanza de Dios. Hermosa y maravillosamente creados. Antes de que nacieras, Dios te miró con deleite. No necesitas ganar aprobación para ser amado, porque eres amado tal y como eres. No por lo que has hecho, sino porque Dios te amó primero. Una vez que aceptes esta verdad, te será mucho más fácil ser vulnerable, apropiarte de tu historia, abrazar tu verdadero ser, vivir en paz, y convertirte en todo lo que Dios quiere que seas.
Así que Dios creó a los seres humanos a su propia imagen. A imagen de Dios los creó; hombre y mujer los creó. Entonces Dios miró todo lo que había hecho, ¡y vio que era muy bueno!
¡Gracias por hacerme tan maravillosamente complejo! Tu fino trabajo es maravilloso, lo sé muy bien. Qué preciosos son tus pensamientos acerca de mí, oh Dios. ¡No se pueden enumerar!
“—Tu nombre ya no será Jacob —le dijo el hombre—. De ahora en adelante, serás llamado Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.”
Finalmente te confesé todos mis pecados y ya no intenté ocultar mi culpa. Me dije: “Le confesaré mis rebeliones al Señor”, ¡y tú me perdonaste! Toda mi culpa desapareció.
Les digo la verdad, todo el que crea en mí hará las mismas obras que yo he hecho y aún mayores, porque voy a estar con el Padre.
Ideas para la Acción
Pregúntale a Dios: ¿Me puedes decir dos o tres cosas que te hacen sonreír cuando piensas en mí? Piensa en ellas, dale las gracias a Dios y compártelas con alguien.
La primera consecuencia después de que Adan y Eva desconfiaron de la bondad de Dios, fue la desconfianza en ellos mismos: De repente sintieron vergüenza por su desnudez. Así que cosieron hojas de higuera… para cubrirse. Ese es el impacto de la vergüenza: Te hace sentir que no eres suficiente; que tienes que cubrirte, esconder tu verdadero ser y proyectar una imagen maquillada para ser amado. En lugar de abrazar tu identidad como un hijo amado por Dios, la vergüenza te hace sentir inseguro, siempre obsesionado por lo que los demás puedan pensar de ti. La vergüenza, por lo tanto, arruina el desarrollo de relaciones íntimas en todos los niveles porque socava tu capacidad de ser vulnerable. ORA: que Dios te ayude a verte a ti mismo como Él te ve. Abraza quien eres, eres amado.
Dios no te mira y dice: ¡Eres malo! Cuando Dios te mira, lo primero que declara es: ¡Eres muy bueno! Te creó a su imagen y semejanza, otorgándote dignidad, creatividad, inteligencia, autoridad y la capacidad de formar amistades profundas. Medita en eso. Aunque hayas pecado, Dios nunca se ha dado por vencido contigo. Mucho antes de que aceptaras a Jesús como tu Señor y Salvador, Dios te aceptó a ti. Así que, aunque eres imperfecto, eres digno de amor y aceptación. ¡Eres amado tal y como eres! Y nada cambiará eso. ORA: que el Espíritu Santo te ayude a entender que sentirte amado y aceptado es un derecho de nacimiento y no algo que tengas que ganar. Abraza quien eres, eres amado.
Según la Biblia, el amor a uno mismo es tan importante como el amor a Dios y el amor al prójimo, ya que sólo podemos amar a los demás tanto como nos amemos a nosotros mismos. Entonces, ¿crees realmente que estás maravillosamente hecho? ¿Que Dios te mira con deleite? La verdadera pertenencia comienza con la autoaceptación, con tratarte a ti mismo con gentileza. De hecho, tu nivel de pertenencia nunca puede ser mayor que tu nivel de autoaceptación, ya que creer que eres suficiente es lo que te da el valor para superar la vergüenza y poder presentarte vulnerable, imperfecta y auténticamente ante el mundo. ORA: que Dios te ayude a superar la vergüenza para que puedas aceptar que eres amado. Abraza quien eres, eres amado.
Durante muchos años Jacob buscó ser igual a Esaú, causando tensiones, conflictos, rivalidades. Esaú se sintió engañado; Jacob sintió miedo. Esa noche, a punto de encontrarse de nuevo con Esaú después de 22 años, Jacob luchó contra un extraño: ¿era un ángel, Dios, la esencia espiritual de Esaú, o él mismo? El texto no es concluyente. Sin embargo, nos deja claro que el extraño obliga a Jacob a luchar consigo mismo, a romper su patrón de huir de los problemas, a contentarse con quien él es, y a devolver la bendición que tomó de Esaú. Sólo después de aceptarnos a nosotros mismos y dejar de intentar ser alguien más, es que podemos estar en paz con nosotros mismos y con el mundo. ORA: que puedas aprender a conocerte y aceptarte plenamente. Abraza quien eres, eres amado.
Muchos de nosotros tratamos de ocultar nuestros errores y hacer que nuestras historias difíciles parezcan más aceptables. El problema es que cuando negamos nuestra historia y pasamos nuestras vidas huyendo de ella, aquello que evitamos siempre nos perseguirá. La integridad no se trata sólo de ser recto; significa abrazar tus vulnerabilidades, reconocer tus fallas e integrar todas tus experiencias en un todo. Aunque haya cosas en tu vida de las que no estés orgulloso, cuando te apropies de tu historia – lo bueno, lo malo y lo feo – podrás escribir un nuevo y audaz final. Es la cosa más amorosa que harás por ti mismo; el poder tener plenitud depende de ello. ORA: que el Espíritu te dé el valor para apropiarte de tu historia. Abraza quien eres, eres amado.
Este versículo no dice, “Las mujeres deben ser ayudantes de los hombres”, sino que las personas deben ser ayudantes unas de otras. Desde el principio, este fue el plan: ayudar y ser ayudado por los demás. Dios no sólo hizo una compañera para Adán, sino una ayudante, a quien Adán también ayudaría. Nos hizo pedir ayuda y ofrecer ayuda. Así que no te juzgues a ti mismo ni a los demás por necesitar ayuda. Todos necesitamos ayuda. En lugar de eso, comparte con otros tus necesidades, permite que te cuiden, acepta regalos de otros, mientras también tú ofreces ayuda y cuidado. ORA: que Dios te de convicción de tu falta de voluntad para pedir ayuda y te muestre formas de ayudar a los demás. Al hacerlo, te volverás más íntegro. Abraza quien eres, eres amado.
Nuestro temor más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro temor más profundo es ser muy poderosos más allá de toda medida. Es nuestra luz, no nuestra oscuridad, lo que más nos asusta. Nos preguntamos, ¿quién soy yo para ser brillante, hermoso, talentoso, fabuloso? Pero en realidad, ¿por qué no tú? Eres un hijo de Dios, llamado a hacer cosas más grandes que el propio Cristo. Fingir que eres insignificante no le sirve al mundo. No es virtuoso agacharse para evitar que otros se sientan inseguros a tu alrededor. Naciste para que tu propia luz brille. Cuando lo haces, le das permiso a otras personas para que ellos hagan lo mismo. ORA: que Dios te libere de tu miedo de hacer grandes cosas en Su nombre. Abraza quien eres, eres amado.