Gracias a Dios que, como partes del cuerpo humano, no todos somos iguales. Mantente abierto a aprender de los demás, sin importar su edad, origen, etnia, género o cargo en la iglesia. Recuerda que la familia de Dios está compuesta por miembros de cada lengua, tribu y nación. Tomamos mejores decisiones y crecemos como personas cuando consideramos varias perspectivas, incluyendo las de aquellos que son diferentes a nosotros. Escucha con curiosidad y considera el valor de sus ideas y experiencias.
El cuerpo humano tiene muchas partes, pero las muchas partes forman un cuerpo entero. Lo mismo sucede con el cuerpo de Cristo. Entre nosotros hay algunos que son judíos y otros que son gentiles; algunos son esclavos, y otros son libres. Pero todos fuimos bautizados en un solo cuerpo por un mismo Espíritu, y todos compartimos el mismo Espíritu.
Hagan todo lo posible por mantenerse unidos en el Espíritu y enlazados mediante la paz. Pues hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, tal como ustedes fueron llamados a una misma esperanza gloriosa para el futuro.
Estaban totalmente asombrados. «¿Cómo puede ser? —exclamaban—. Todas estas personas son de Galilea, ¡y aun así las oímos hablar en nuestra lengua materna!
Después de esto vi una enorme multitud de todo pueblo y toda nación, tribu y lengua, que era tan numerosa que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y delante del Cordero.
En esta vida nueva no importa si uno es judío o gentil, si está o no circuncidado, si es inculto, incivilizado, esclavo o libre. Cristo es lo único que importa, y él vive en todos nosotros.
Así como nuestro cuerpo tiene muchas partes y cada parte tiene una función específica, el cuerpo de Cristo también. Nosotros somos las diversas partes de un solo cuerpo y nos pertenecemos unos a otros.
Ideas para la Acción
Busca a alguien de origen, cultura o raza diferente a la tuya y reúnete tres o cuatro veces con él/ella para conocer su vida y sus historias. Anota las cosas nuevas que aprendiste de esta experiencia que te harán ver el mundo y la fe de manera diferente.
Dios es un Dios relacional que elige unirse a un pueblo diverso – un cuerpo, pero muchos miembros. Esto puede parecer una receta para el caos, pero dentro de la diversidad está la unidad y el orden. Adoramos a un solo Dios y tenemos un solo Salvador y un solo Espíritu. La gran diversidad de los cristianos refleja el vasto carácter de Dios. El cuerpo de Cristo no es divisible, así que cuando saboreamos la diversidad en la unidad, podemos entender mejor y vivir la naturaleza de nuestro poderoso y dócil Dios e invitar mejor a todas las personas a la comunión con Él. ORA: que el Espíritu te permita acercarte y aprender de otros cristianos diferentes a ti. Celebra nuestra unidad, disfruta nuestra diversidad.
Lo que nos une es más fuerte que lo que nos separa. El género, la raza, la edad, la clase y la disposición teológica son todos poderes formativos en nuestras vidas, pero no deben ser más importantes que el Espíritu Santo que habita en todos nosotros. Medita en eso. Todos compartimos el mismo Espíritu que nos llama a vivir como un solo cuerpo. Así que, cuando el Espíritu nos invita a mantener la unidad, ¿cómo podemos dejar que algo nos divida? Esto no significa que tengamos que estar de acuerdo en todo para buscar el Shalom de Dios. Simplemente significa que no permitiremos que lo externo de diferencia sea más importante que el Espíritu de Dios. ORA: que el Espíritu una a los diversos miembros de tu iglesia en un solo cuerpo. Celebra nuestra unidad, disfruta nuestra diversidad.
Vivir como un solo cuerpo, guiado por el mismo Espíritu, no borra nuestras particularidades ni nos hace uniformes, sino que destruye las paredes divisorias entre nosotros. Judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer, todos contribuyen a la comprensión de Dios. No hay un solo grupo que pueda afirmar que lo tiene todo. Cuando saboreamos la diversidad, llegamos a conocer a Dios a través de los ojos de alguien más. Como la imagen de Dios está en todos sus hijos, la plenitud de Dios se revela mejor cuando nos abrimos y escuchamos a los cristianos de cada lengua, tribu y nación. ORA: que llegues a conocer a alguien que es diferente a ti y aprendas cómo han experimentado a Dios. Celebra nuestra unidad, disfruta nuestra diversidad.
Cuando el Espíritu viene en poder, diversos pueblos escuchan sus palabras. A través de los siglos, la gente se ha asombrado del poder de Dios para llegar a los individuos en su propia lengua y reunir a gente de todo tipo de orígenes en su Reino. ¿Qué poder hay en un evangelio que sólo reúne a gente que se reuniría de todos modos? ¿Qué poder hay en un evangelio que no trasciende barreras? ¿Qué poder hay en un evangelio que no puede reconciliarnos unos con otros? Cuando disfrutamos la diversidad, y verdaderamente aceptamos a la gente diferente a nosotros, nos enriquecemos y declaramos el poder de Dios trabajando en nosotros. ORA: que el Espíritu se mueva en poder como en el libro de Hechos en tu iglesia. Celebra nuestra unidad, disfruta nuestra diversidad.
¿No es un coro multilingüe alabando a Dios una imagen hermosa? Esta es nuestra esperanza de que cada rodilla se doble y cada lengua confiese a Jesús como Señor y que todos seamos reunidos con él. Sin desconfianza, sin odio, sin miedo, sin racismo, sin polarización política, sin lealtades nacionalistas idólatras, sino sólo el pueblo de Dios en toda su diversidad adorando juntos al Rey de reyes y al Señor de señores. Cuando vamos más allá de la mera coexistencia, ya no excluimos, sino que aceptamos a los demás en sus diferencias, y experimentamos un poco del Reino de Dios ya en el aquí y ahora. ORA: que Dios te llene de esperanza para el reino venidero y te ayude a aceptar verdaderamente a los demás. Celebra nuestra unidad, disfruta nuestra diversidad.
En cada miembro del cuerpo, vemos a Cristo. Cuando usamos la diversidad para causar disensión, ponemos a Cristo contra sí mismo. Somos un cuerpo, una familia, unidos en y por el Espíritu de Dios, pero ese proceso lleva tiempo. En nuestro quebrantamiento, habrá momentos en los que queramos reunirnos con aquellos con los que nos sentimos cómodos. No te conformes con ser una iglesia que sólo se junta con gente que es igual a ti. Si lo hacen, reducirán el poder del Espíritu entre ustedes. En cambio, guarden la unidad poniéndose su nueva naturaleza cristiana y viendo a Cristo como todo y en todos. ORA: que el Espíritu te de convicción de aquellas áreas en las que te has conformado con menos y donde has puesto a Jesús contra sí mismo. Celebra nuestra unidad, disfruta nuestra diversidad.
Estamos llamados a ser el cuerpo de Cristo en la tierra y participar en el plan de Dios de vivir en una nueva forma. Ser el cuerpo de Cristo significa que rechazamos la naturaleza a menudo excluyente de las estructuras sociales existentes en nuestras sociedades y nos comprometemos a vivir con un conjunto de valores diferentes. Además, aceptamos nuestra vocación de ser agentes de la nueva creación de Dios aquí y ahora, utilizando nuestros dones y talentos para construir el cuerpo de Cristo, modelando y mostrando esa nueva creación en nuestra vida en común ahora. Hacer esto, nos permite mostrar la sabiduría de Dios a los gobernantes y autoridades corruptas de nuestras ciudades. ORA: que Dios te use para construir su cuerpo a través de amar genuinamente, servir y cuidar a los demás. Celebra nuestra unidad, disfruta nuestra diversidad.