“¡Muy bien, pero el que nunca haya pecado que tire la primera piedra!” … Al oír eso, los acusadores se fueron retirando uno tras otro… Entonces Jesús … le dijo a la mujer: —¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ni uno de ellos te condenó? —Ni uno, Señor —dijo ella. —Yo tampoco —le dijo Jesús—. Vete y no peques más.”