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#17 MUESTRA HOSPITALIDAD

Dios desea abrir las puertas de tu iglesia a todas las personas. Da una cálida bienvenida a los recién llegados y salúdalos con una sonrisa. Como lo hizo Jesús, acepta a las personas y no las juzgues a primera vista. Ama incondicionalmente, y como Cristo te ha recibido, recibe a personas diferentes a ti. Muestra un interés genuino en los demás y haz que la gente se sienta como en casa. Practica la hospitalidad. Cuando puedas, invita a la gente a comer o a tomar café en tu casa, incluyendo vecinos o gente del trabajo.

Pasajes BÍblicos

Abran las puertas de su hogar con alegría al que necesite un plato de comida o un lugar donde dormir… Estén siempre dispuestos a brindar hospitalidad… y deben recibir huéspedes en su casa con agrado. 

El Hijo del Hombre, por su parte, festeja y bebe.

Cuando ofrezcas un almuerzo o des un banquete invita al pobre, al lisiado, al cojo y al ciego.

No te aproveches de los extranjeros que viven entre ustedes en la tierra. Trátalos como a israelitas de nacimiento, y ámalos como a ti mismo.

“¡Muy bien, pero el que nunca haya pecado que tire la primera piedra!” … Al oír eso, los acusadores se fueron retirando uno tras otro… Entonces Jesús … le dijo a la mujer: —¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ni uno de ellos te condenó? —Ni uno, Señor —dijo ella. —Yo tampoco —le dijo Jesús—. Vete y no peques más.”

No juzguen a los demás, y no serán juzgados. Pues serán tratados de la misma forma en que traten a los demás. El criterio que usen para juzgar a otros es el criterio con el que se les juzgará a ustedes.

Ayúdense a llevar los unos las cargas de los otros, y obedezcan de esa manera la ley de Cristo.

Ideas para la Acción

Busca a alguien que no conozcas muy bien. Invita a esa persona a tomar un café, a caminar o a comer y conócela. Mantén los ojos bien abiertos para recibir a los invitados o visitantes que lleguen a tu iglesia; ofrece tu nombre y una sonrisa de bienvenida. Haz camino para nuevas amistades dondequiera que estés.

Reflexiones diarias

Imagina si los cristianos fueran conocidos por esto: por acoger a la gente, incluyendo a los extranjeros y a la gente diferente a nosotros. Ese era el objetivo de muchas comunidades cristianas en los primeros tres siglos. Una de las características necesarias de un líder de la iglesia y la marca de un cristiano fiel era ser una persona que practicaba la hospitalidad. La mayoría de nosotros abrimos nuestros hogares sólo a la familia y a los amigos cercanos. Sin embargo, las Escrituras no sólo nos animan a abrir nuestros hogares a los desconocidos, sino a hacerlo con alegría. Ya que la hospitalidad es tan central en la comunidad cristiana, aprende a ser más hospitalario. ORA: que estés más dispuesto a abrir tu casa a otros para practicar la hospitalidad. Muestra hospitalidad.
Para Jesús, la mesa compartida era un elemento extremadamente importante en su ministerio. Al partir el pan con muchos tipos de personas, él alcanzó a aquellos que nunca habrían sido bienvenidos en una sinagoga. La ekklesia de Jesús no se formó alrededor de un escenario con un púlpito y un grupo de alabanza, sino alrededor de una mesa. Compartir una comida crea unidad, fomenta la conversación, representa la amistad y construye una vida compartida. En este sentido, la mesa compartida puede convertirse en una forma extraordinaria de comunicar el amor de Dios y de involucrar a la gente de tu comunidad y de tu lugar de trabajo. ORA: por oportunidades de construir nuevas amistades alrededor de una mesa compartida. Muestra hospitalidad.

Lee Lucas 14:12-14

Cuando construimos una cultura de hospitalidad donde aceptamos y hacemos sentir a los demás como en casa, las diferencias económicas o raciales no deberían hacer ninguna diferencia. Puede que nos atraiga naturalmente la gente que es como nosotros o la gente que nos impresiona, pero no se trata de eso. Tener un hogar es saber que eres bienvenido, aceptado y sentir que perteneces a él, sin importar tu aspecto o el estado en que te encuentres. En la mente de Jesús, esto es lo que la ekklesia debería ser; un espacio seguro para formar amistades con la gente dentro y fuera de la casa de la fe. ORA: que Dios te de la oportunidad de recibir y acoger a gente en tu iglesia que no se siente bienvenida en muchos otros lugares. Muestra hospitalidad.
Desde que íbamos a la escuela, siempre ha habido el grupo de los populares y el grupo de los rechazados. Lamentablemente, en la iglesia puede ocurrir lo mismo. La gente de la iglesia a menudo siente una tensión entre ser hospitalarios con gente nueva y profundizar su amistad con aquellos que ya conocen. Hay un deseo innato de formar un grupo cerrado porque es más cómodo y seguro. Cuando aceptas y haces sentir a los demás como en casa, arriesgas a que cambien tu hogar, pero también ves que ellos traen a tu iglesia nueva vida, ideas y diversidad de opiniones. Recuerda, no es tu iglesia, es la de Cristo. ORA: que el Espíritu te dé ojos para ver a la gente que es ignorada en tu iglesia y extiéndeles la bienvenida de Cristo. Muestra hospitalidad.
Jesús no desea tirar piedras. Desea liberar a la gente de la condenación. Normalmente, pensamos que porque está libre de pecado, tiene el derecho de juzgar; pero esto no lo obliga a tirar piedras. Es nuestro pecado el que requiere juicio y necesita condenación. Deja ese deseo pecaminoso y reflexiona sobre la siguiente frase: “Más gente ha sido llevada a la iglesia por la bondad del verdadero amor cristiano que por todos los argumentos teológicos del mundo; y más gente ha sido expulsada de la iglesia por la dureza y la fealdad del supuesto cristianismo que por todas las dudas del mundo”. ORA: que Dios elimine el pecado en ti que pide condenación y castigo. Muestra hospitalidad.
¿Qué pasaría si tomáramos la Palabra de Dios en serio? Cuando juzgas a otros, pero no miras tus propios defectos, te condenas a ti mismo. ¿Fuiste tú el que hizo y sostiene la ley? ¿No? Entonces, ¿por qué criticas tan rápidamente a los demás? Claro, puede ser agradable sentarse a juzgar, pero no es tu lugar. La medida que uses para condenar a otros, será la medida con la que serás juzgado. ¿Qué tan bien te medirás? Dios no tiene una doble moral. No seas hipócrita; mejor sé humilde y bondadoso. Todos somos pecadores, salvados por la gracia. ORA: que el Espíritu te impida juzgar a los demás como forma para sentirte bien. Muestra hospitalidad.
Es fascinante ver en este pasaje que Pablo no exhorta a la persona que ha pecado. En vez de eso, su advertencia se dirige a los que pretenden ayudar a la persona que ha caído o está agobiada por alguna carga. Esto es lo que dice Pablo: No te enorgullezcas y pienses que eres mejor que los que resbalan; ten cuidado de no caer tú mismo. Gentil y humildemente ayuda a esa persona a levantarse. No aumentes su dolor juzgándolos. No aumentes sus cargas. Aligera y comparte su carga llevando con ellos su pecado y aprendan a perdonarse y aceptarse. Si lo hacen, el amor de Cristo crecerá entre ustedes. ORA: que Dios te muestre qué cargas llevar y cómo apoyar a otros en sus pecados. Muestra hospitalidad.

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