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#18 OREN PRIMERO Y OREN DE NUEVO

Pide primero la guía y la bendición de Dios en todo lo que hagas. Ora por sabiduría y por que la voluntad de Dios se haga en tu vida, comunidad y ciudad como en el cielo. Permite que tu corazón se quebrante por aquellas cosas que quebrantan el corazón de Dios y luego pide que el amor y la bendición de Dios se revele a tu familia, iglesia, vecinos y compañeros de trabajo, en las buenas y en las malas. Finalmente, pídele a Dios que abra tus ojos a las necesidades que te rodean y te ayude a ser parte de su respuesta a tus oraciones.

Pasajes BÍblicos

Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar.

Que tu reino venga pronto. Que se cumpla tu voluntad en la tierra como se cumple en el cielo.

Una vez, Jesús estaba orando en cierto lugar. Cuando terminó, uno de sus discípulos se le acercó y le dijo: “Señor, enséñanos a orar, así como Juan les enseñó a sus discípulos.”

Sigue pidiendo y recibirás lo que pides; sigue buscando y encontrarás; sigue llamando, y la puerta se te abrirá. Pues todo el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la puerta.

¿acaso no creen que Dios hará justicia a su pueblo escogido que clama a él día y noche? ¿Seguirá aplazando su respuesta?

Cuando oí esto, me senté a llorar. De hecho, durante varios días estuve de duelo, ayuné y oré al Dios del cielo.

Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión. Manténganse alerta y sean persistentes en sus oraciones por todos los creyentes en todas partes.

Ideas para la Acción

En tu próximo paseo, en el transporte público o en tu tiempo libre, ora intencionadamente por tus vecinos, otras iglesias, escuelas, la policía y los funcionarios locales de tu ciudad. Si estás estancado en tu vida de oración, busca a uno de los pastores o a un líder de la iglesia para que te sugiera cómo puedes crecer en la oración.

Reflexiones diarias

Pídele a Dios su opinión y busca su dirección para todo lo que hagas, confiando en que su corazón es bueno para ti, y que te guiará y te mostrará el camino a seguir. Dios guió al Faraón a través de los sueños, a Abraham a través de los ángeles, a los profetas a través de la revelación, y ese mismo Espíritu del Dios viviente habita en cada uno de nosotros. Cuando buscas la intimidad con Dios en la oración, echando tus preocupaciones sobre Él, abres el camino para que Su Espíritu cambie tu visión de las cosas y te transforme a la imagen de Jesús. Sin embargo, si no estás dispuesto a cambiar, abandonarás la oración como una característica notable de tu vida. ORA: que el Espíritu te cambie a través de la oración. Oren primero y oren de nuevo.
Lo único que los discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara es la oración. En la vida de Jesús, ellos vieron el poder de la oración. La mayoría de las mañanas, Jesús se tomaba el tiempo de escuchar a Dios para buscar la dirección de su vida y su ministerio. La oración, para él, era un diálogo, no un monólogo. Escuchaba a Dios y luego hacía la voluntad de Dios, lo que Dios ya había prometido hacer. Como seguidores de Jesús debemos imitarlo. La mayoría de nosotros pasamos la mayor parte del tiempo durante el día tratando de averiguar lo que Dios quiere que hagamos, y desperdiciamos todo el día. Cristo nos dice: “Voy al Padre primero; veo lo que ya ha hecho, y lo hago”. ORA: que el Espíritu te enseñe a escuchar la voz de Dios y a aprender la voluntad de Dios. Oren primero y oren de nuevo.

Aprende a orar el Padre Nuestro. Hay una razón por la que Jesús enseñó a sus discípulos a “orar de esta manera”. Jesús sabía que nos convertimos en lo que oramos. Cuando tus oraciones se centran sólo en tus necesidades y en la forma en que quieres que Dios te bendiga, te vuelves egocéntrico. Para salvarnos de esto, Jesús nos enseñó a orar por nuestro – no mi – pan de cada día, y a preocuparnos por el nombre del Padre, Su reino y Su voluntad. Orar, entonces, no es para que Dios haga algo por ti, sino para que tú mismo participes en el trabajo de Dios. ORA: para que el Reino de Dios venga a la tierra como en el cielo, pidiendo que te use para ser parte de esta transformación en tu lugar de trabajo, comunidad y ciudad. Oren primero y oren de nuevo.

Dios nos pidió que oráramos, porque desea responder. En el idioma original los términos preguntar, buscar y llamar tenían la intención de significar un acto continuo en vez de un acto de una sola vez: Pide (y sigue pidiendo), y recibirás. Buscad (y seguid buscando), y encontraréis. Llama (y sigue llamando) y la puerta se abrirá para ti. Si esperas lo que Dios ha prometido y oras de acuerdo a la voluntad de Dios, eventualmente llegará. Si no lo esperas, no vendrá. De alguna manera, podríamos decir que Dios no hace nada en la tierra sino en respuesta a la oración; esa oración es darle a Dios licencia terrenal para la interferencia celestial. ORA: por tu familia, comunidad y ciudad, invitando a Dios a interferir. Oren primero y oren de nuevo.

La oración no es una máquina expendedora, donde si dices las palabras correctas obtendrás el resultado deseado. Se trata de la persistencia y la perseverancia. La viuda en esta parábola se negó a aceptar su situación injusta, así como nosotros los cristianos deberíamos negarnos a resignarnos a la corrupción e injusticia que nos rodea. A pesar de los desalientos, la viuda persistió con su caso, como deberíamos hacerlo nosotros. La oración de petición es una rebelión contra la forma en que están las cosas, un levantamiento contra el desorden actual, una demostración del verdadero anhelo de que las cosas cambien, un rechazo a aceptar como normal lo que es anormal. ORA: con persistencia para que lo que está mal en tu comunidad y ciudad cambie. Oren primero y oren de nuevo.

Dios a menudo usa la oración para abrirnos los ojos a las necesidades e injusticias de nuestras comunidades. Nos permite alinear nuestros corazones y mentes con los de Dios. Para Nehemías, la oración precedió a la acción. Después de escuchar el devastador informe de sus compatriotas, se puso de luto, ayunó y oró, permitiendo que su corazón fuera quebrantado, mostrando arrepentimiento y recordando las promesas de Dios. En la oración, Dios le dio una visión y el coraje para dar el siguiente paso de buscar una audiencia con el rey, lo que finalmente resultó en su traslado a Jerusalén para restaurar Shalom a la ciudad de Dios. ORA: que Dios abra tus ojos, te quebrante tu corazón y te de compasión por las enormes necesidades de tu comunidad/ciudad. Oren primero y oren de nuevo.

Efesios afirma que no debemos ser ingenuos, pensando que podemos cambiar el mundo con puro esfuerzo y entusiasmo. El mal es tan fuerte que puso al mismo Hijo de Dios en la cruz. Del mismo modo, ya que nuestra lucha es contra el mal en sus expresiones sociales, estructurales y demoníacas, como un vigilante nocturno, que observa todo lo que sucede, debemos mantenernos alertas, sin dejar de orar. La oración debe ser nuestra primera línea de ataque contra el enemigo. Es lo que nos da el valor para superar el miedo, decir la verdad y dar un testimonio audaz de las Buenas Nuevas del Reino de Dios. ORA: que Dios llene tu iglesia con su Espíritu y te de el valor para hablar del Reino de Dios, confrontar la injusticia y demostrar el poder de Dios a través de señales y maravillas. Oren primero y oren de nuevo.

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