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#24 SIRVE A OTROS

La vida está llena de problemas y necesidades inesperadas, grandes y pequeñas. Presta atención a los momentos en los que Dios te llama a la acción, sin importar cuán ordinaria o extraordinaria sea la situación. Mira las “interrupciones” como invitaciones a compartir tangiblemente el amor de Cristo. Escribe una nota de ánimo. Visita a los enfermos o a los que están de luto. Comparte una comida. Aborda prácticamente las necesidades de tu comunidad.

Pasajes Bíblicos

¡No! Oh pueblo, el Señor te ha dicho lo que es bueno, y lo que él exige de ti: que hagas lo que es correcto, que ames la compasión y que camines humildemente con tu Dios.

La fe por sí sola no es suficiente. A menos que produzca buenas acciones, está muerta y es inútil.

Queridos hijos, que nuestro amor no quede solo en palabras; mostremos la verdad por medio de nuestras acciones… entonces estaremos confiados cuando estemos delante de Dios.

Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza y con toda tu mente” y “Ama a tu prójimo como a ti mismo.

Pero ahora les dije: “Ustedes saben muy bien las dificultades en que estamos. Jerusalén yace en ruinas y sus puertas fueron destruidas por fuego. ¡Reconstruyamos la muralla de Jerusalén y pongamos fin a esta desgracia!”

Ustedes son la luz del mundo, como una ciudad en lo alto de una colina que no puede esconderse. De la misma manera, dejen que sus buenas acciones brillen a la vista de todos, para que todos alaben a su Padre celestial.

Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás.

Ideas para la Acción

Pon en práctica alguna de las ideas mencionadas en el valor de esta semana: Escribir una nota, visitar a alguien que vive solo, compartir una comida y/o satisfacer una necesidad práctica en tu comunidad.

Reflexiones diarias

A Dios no le importan tanto nuestras ofrendas religiosas. Le importa más que actuemos con justicia, que amemos la misericordia y que caminemos humildemente, porque de esto se trata la buena religión: de cuidar a la viuda y al huérfano, a los necesitados. Al servir a los demás, declaramos la justicia y la misericordia de Dios, reconocemos sus dificultades, y luego buscamos formas prácticas de estar a su lado. Cuando lo hacemos humildemente, reconocemos que no se trata de “nosotros” haciendo el bien para “ellos”, sino de honrar a Dios y ser parte de Su misión de restaurar el mundo. No somos salvadores, sólo servidores. ORA: para que puedas servir a los demás en tu lugar de trabajo, comunidad o ciudad, haciéndolo con humildad, justicia y misericordia. Sirve a otros.
La fe por sí sola no es suficiente. A menos que produzca cambios radicales en la vida, que resulten en buenas obras, está muerta y es inútil. Ahora bien, no son las buenas obras las que te salvan. Pero hemos sido perdonados y cuidados por Dios una y otra vez. Cuando realmente haces conciencia de eso, te cambia y produce un deseo de amar y mostrar misericordia a los que te rodean. Si no lo hace, bueno, entonces, tu fe permanece muerta, ya que no ha producido frutos. La fe viva no es sólo reconocer a Dios y creer en las cosas correctas; se trata de traducir tus creencias en acción y manifestar el amor que has recibido al servir a los demás. ORA: que el Espíritu te impulse a acciones a partir de tu fe. Sirve a otros.
Parte de la belleza de la Iglesia es la capacidad de cuidarnos unos a otros. Como Jesús, que renunció a todo para que pudiéramos tener vida en abundancia, como sus seguidores también debemos cuidarnos los unos a los otros. Cuidar de nuestro prójimo es nuestra responsabilidad. Si no lo hacemos, el amor de Dios no está en nosotros. Es cierto que la clase de ayuda mencionada en este pasaje nos costará algo, de la misma manera que le costó a Jesús. Pero cuando elegimos servir a los demás y satisfacer las necesidades a nuestro alrededor, la recompensa supera por mucho el costo. La Iglesia del primer siglo dio un ejemplo radical de cuidado mutuo. Sigamos su ejemplo. ORA: pensando en lo que tienes y pidiéndole a Dios que te muestre cómo puedes usarlo para cuidar de la gente a tu alrededor. Sirve a otros.
Decir sí a la necesidad de alguien siempre implica decir no a otra cosa. Ninguno de nosotros tiene un exceso de tiempo libre o recursos. Cuidar de la gente requiere tiempo, energía y a veces dinero. Sirve y cuida a los demás de todos modos. Fue una interrupción cuando la mujer con el problema de la hemorragia tocó el manto de Jesús y una interrupción cuando el hombre parapléjico fue bajado por el techo. Jesús les ayudó de todos modos. Como Jesús, permite que las interrupciones en tu vida se conviertan en oportunidades para servir a los demás. Demuestra el amor de Dios en formas tangibles que marquen una diferencia visible en la vida de los demás. ORA: que el Espíritu te ayude a ver las oportunidades de servir a la gente que está herida y necesitada. Sirve a otros.
Servir a los demás no se trata sólo de servir a los individuos en necesidad. Nehemías es un buen ejemplo de involucrarse para abordar los problemas y preocupaciones de una ciudad entera. Jerusalén estaba en ruinas. La gente había perdido su sentido de identidad y muchos vivían oprimidos por los gobernantes locales. El llamado de Nehemías a la acción impulsó a la gente a empezar a soñar y a trabajar juntos de nuevo. Nehemías muestra que no sólo debemos dar “dar un pescado”, sino organizar a nuestros vecinos para hacer frente a la injusticia y crear oportunidades más sostenibles para la transformación en nuestras comunidades, es decir, “enseñarles a pescar” y a trabajar para ser dueños del “estanque”. ORA: que Dios pueda usar tu iglesia para servir a toda tu comunidad. Sirve a otros.

Has sido bendecido para bendecir a otros. Cuando sirves efectivamente a los demás y satisfaces sus necesidades como comunidad de fe, cumples el propósito para el que Dios te hizo. Tu iglesia se convierte en una luz para los demás, una ciudad en la cima de una colina que no puede ser escondida. Debido a tus buenas acciones la gente conocerá y glorificará a Dios. De esa manera, cuando satisfaces las necesidades de la gente, te unes a Dios en Su plan de renovar el mundo. Pregúntate a ti mismo: Si mi iglesia cerrara mañana, ¿alguien se daría cuenta? ¿Protestaría mi ciudad? ¿Lloraría mi  ciudad? ¿A alguien le importaría? Si no es así, puede que tengas que replantearte el propósito de tu iglesia. ORA: que tu iglesia se convierta en una luz de esperanza para los demás, por tus buenas acciones. Sirve a otros.

La Biblia habla mucho de buenas obras. Aunque hemos sido salvados por gracia, nuestra fe se hace evidente por nuestras buenas obras. En este pasaje, las buenas obras no son sinónimo de las cosas como guardar el sábado, las leyes de alimentos y la circuncisión, que eran insignias de la pertenencia a Israel. En vez, como obra de Dios, fuimos creados para hacer el bien en la tierra a través de nuestra conducta correcta y justa. Comprendemos esto: Fuimos creados para hacer buenas obras, para servir a los demás. Quizá Dios traerá personas a tu vida con necesidades que tu has sido creado para ayudar a satisfacer. ¿Te unirás a Dios en Su plan de arreglar el mundo? ORA: que el Espíritu te muestre las buenas obras que Él ha preparado para que hagas en tu comunidad. Sirve a otros.

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